El daño en la salud, en lo ambiental, social, económico que produce la aspersión con glifosato es astronómico

La aspersión aérea con glifosato pone en riesgo la biodiversidad, el mínimo vital y los medios de vida de algunas poblaciones vulnerables.

La fumigación con glifosato es un procedimiento muy costoso en términos sociales y ambientales, con efectos cuestionables en la reducción de cultivos y que, por el contrario, podría agudizar situaciones de vulnerabilidad y conflictos en los territorios, además de los daños a la salud de la población y los impactos ambientales sobre los ecosistemas y la biodiversidad. Por esto, es clave poner en marcha alternativas para el control de los cultivos ilícitos con mayor potencial de ser sostenibles en el largo plazo.

En cuanto a los efectos a la salud, la Agencia Internacional para el Estudio del Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado al glifosato como “probablemente carcinógeno en humanos” (categoría 2A) dado que la evidencia es limitada en humanos aunque suficiente en animales. Además, está asociado a la probabilidad de sufrir abortos y problemas dermatológicos. En julio de 2019, la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia recomendó la prohibición global absoluta del glifosato, en atención al principio de precaución.

Por otro lado, la fumigación aérea está asociada con el desplazamiento de personas que habitan en los territorios asperjados, puede aumentar la desconfianza por parte de la población civil hacia las instituciones gubernamentales y así debilitar la gobernanza en los territorios. Quienes viven en zonas asperjadas, huyen por tres razones principalmente: los efectos químicos del herbicida en su salud, las operaciones militares que se llevan a cabo en sus territorios, y la pobreza en que se ven inmersos luego de que los cultivos de pancoger de los que vivían fueron fumigados.

El glifosato ha ocasionado riesgos y daños en comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes, y en cientos de ecosistemas con pocos resultados. 

En términos ambientales, la aspersión aérea puede impulsar la expansión de la deforestación en puntos críticos de biodiversidad. Puede tener efectos en fuentes hídricas y bosques nativos, debido a que este herbicida no es selectivo. Además, se ha encontrado que puede afectar la supervivencia y el desarrollo de varias especies desde cangrejos, tortugas, ranas, peces, larvas de salamandra y embriones de erizos de mar, así como alterar el comportamiento y el sistema endocrino en peces.

De igual modo, la metodología aplicada en cultivos ilícitos usa concentraciones mucho más altas que las requeridas por la agricultura, incrementando los riesgos de toxicidad aguda y crónica. Más aún, la aspersión con glifosato es tan inefectiva que, una investigación realizada en 2015, demostró que se tienen que fumigar 30 hectáreas de coca para lograr erradicar solo una.

Sumado a lo anterior, la aspersión aérea va en contravía de una reactivación económica verde, justa, y resiliente: la actual pandemia nos invita a transformar nuestros desbordados patrones de consumo y producción, así como la peligrosa relación que hemos establecido con la naturaleza. De ahí que sea urgente abordar la reactivación económica que necesitamos a partir de un enfoque integral, que busque garantizar la salud de los ecosistemas para garantizar la salud y bienestar humana. El glifosato va en contra de eso.

Por todo lo anterior, las organizaciones y expertos insisten en la necesidad de invertir mayores esfuerzos en opciones como el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito(PNIS) y la Reforma Rural Integral, que ponen en marcha los puntos 1 y 4 del Acuerdo de Paz en Colombia. Ambas son alternativas para controlar los cultivos ilícitos con mayor potencial de ser sostenibles en el largo plazo y al contrario de la aspersión con glifosato, estas iniciativas pretenden atacar las causas estructurales del cultivo de coca en el país, dándoles opciones y garantías a las familias cultivadoras a transitar hacia una economía lícita.

Volver a la aspersión aérea con este herbicida, además de tener implicaciones sobre el ambiente y la salud de las poblaciones, podría aumentar brechas de desarrollo y desigualdad social, considerando que la fumigación aérea no solo mata la hoja de coca, sino que erradica todo lo que se haya sembrado en un territorio, poniendo en riesgo la biodiversidad, el mínimo vital y los medios de vida de algunas poblaciones vulnerables.

Por esto, desde años anteriores se le pedido al Gobierno nacional que, en un contexto de reactivación económica verde, justa y resiliente, revise su estrategia así como los costos y beneficios a largo plazo de la aspersión aérea con glifosato, haciendo un estudio que compare la fumigación versus otras estrategias y alternativas, sus costos directos e indirectos, con el fin de buscar soluciones que fortalezcan la estabilidad y gobernanza en los territorios, así como el bienestar, los medios de vida, la salud de las poblaciones locales y la conservación de la biodiversidad.  Tomado de: wwf.org.co

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